14.10.09

El Ascensor

(Y hoy subimos por el ascensor)

Las relucientes puertas metálicas se abrieron como por arte de magia. Dentro, un frío suelo de mármol blanco y tres paredes metálicas, una de ellas con un gran espejo que la reflejaba por completo. Esperaban su entrada.

Era claustrofóbica desde que su mente podía recordar. Era joven y había entrado alguna vez que otra en otros ascensores, pero siempre acompañada y, casi, por obligación. Vivía en un sexto y toda la vida había subido por las escaleras… acababan de instalar el nuevo elevador y ella, disimulando el miedo, había decidido utilizarlo para quitarse ese peso de encima de una vez por todas. Al entrar, el tacón se le quedó enganchado en el hueco que había entre el cubículo y el suelo “será una advertencia”- pensó y sin esperar ni un segundo más se desenganchó y entró. Las puertas se cerraron, todo bien.

El ascensor, pacientemente, esperaba recibir sus órdenes. Tras respirar profundamente pulsó el seis. Comenzó a elevarse. Se miraba en el espejo, como hace todo el mundo. No estaba siendo tan duro como ella pensaba.

De repente la simbólica compañía de la electricidad la abandonó y todo quedó a oscuras, parado. Pronto se encendió la luz de emergencia y una atacante luz roja la iluminó. Miraba aterrorizada su reflejo en el espejo, buscando alguna respuesta. Miraba también los hilera de botones, uno de ellos indicaba ser el botón de emergencia, lo pulsó fuertemente y una sosegada voz le preguntó:

- ¿Qué desea? .

- Magdalenas! ¡No te jode! ¿Pero tu eres tonta? ¿Qué voy a desear? Quiero que me saquen de aquí!

- Tranquila señora, estoy aquí para ayudarle.

- Sáqueme de aquí, ¡Ahora! – dijo alzando la voz.

- ¿Cuánto tiempo lleva ahí dentro?

- Yo que se, cinco minutos – respondió histérica.

- Dígame en donde está y mandaremos a alguien a buscarla.

- Estoy en la calle Portugal, número diez.

- Perdone, no la escucho, creo que esto se a rotghth.

- ¡Eh! ¡Eh! Espera, no, ¡mierda!.

Dejó de oír la voz. La comunicación se había cortado, y la operadora no había conseguido apuntar la dirección, estaba sola en esto. No podía quedarse dentro ni un minuto más así que decidió buscar alguna forma de salir, empezó a tantear la puerta y vio que no se podía abrir. El suelo, imposible, una sola piedra de mármol cargaba todo su peso sobre una plancha metálica. “Quizá por el techo, como en las películas” pensó desesperadamente, había dos barras metálicas a la altura de su cintura y subiéndose a ellas intentó quitar una placa de escayola que tras un par de golpes cayó al suelo. Una intensa luz caía desde lo alto del edificio gracias a una claraboya que iluminaba el hueco del ascensor. Consiguió, no sin esfuerzo, pasar por el hueco y subirse en el techo del ascensor. Una vez arriba vio que el sistema de apertura desde dentro era muy simple, tan solo debía introducir una “especie de llave”, que no tenía, en una “especie de cerradura”. Quería salir de allí lo más rápido posible así que se quitó un pendiente y trasteó la cerradura. Gracias a un giro de muñeca y a un golpe de suerte consiguió que la puerta se abriera, en ese momento una gran corriente de aire inundó el hueco del ascensor y le abofeteándole la cara….

- ¿Estas bien? Ana, ¿Estas bien?

- ¿Que ha pasado?

-Te has desmayado…

- ¿Me has dado una hostia?

- Si, flojito, no sabía como despertarte.

- ¿Que ha pasado?

- Un vecino, viendo que el ascensor estaba atrancado, llamó para que vinieran a arreglarlo. Los de la empresa nos dijeron que avisó una chica pero se había cortado. Creo que llevas inconsciente desde entonces.

- Javi, nunca más, que lo sepas.

1 comentario:

Stultifer dijo...

Ojalá me sacaran de mi descansillo algún día.

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