TramPantoja

Una trampa o ilusión que nos engaña, la siempre oportuna RAE no podía definirlo mejor. Esta palabrita es la idónea para describir toda esta trama de corrupción, casi sacada de un mal guión de culebrón norteamericano de los ochenta. Sorpresa inclusive con cada nueva noticia.

“Un serial que te dejara pegado al sofá, pasiones, deseos, traiciones” así rezaban diversas publicaciones kitch para definir y publicitar telenovelas. Con este caso, hasta periódicos de los denominados serios, sacan en portada dicha fórmula sensacionalista, customizada para adaptarla a los nuevos tiempos. Pero ahora, con los ánimos suficientemente caldeados, donde las acusaciones vuelan rasante intentando cortar cabezas y la realidad se difumina dando lugar a multitud de especulaciones, los medios de comunicación avivan más aún el escándalo.

Y mi crítica va dirigida especialmente a aquellos que se denominan periodistas, que mediante cuatro fuentes inventadas y más cara que espalda especulan, advierten, sospechan, estudian y en los más se inventan datos para forzar más aún la maquina de la cavilación.

La justicia a la que le corresponde ser independiente, real y fiel a los parámetros exigidos por la ley, debe realizar su trabajo sin obstrucción, sin intervención exterior y mucho menos sin dejarse presionar por elementos externos de tan poco calado profesional como los periodistas, en este caso del corazón, que son los que se han adueñado de las informaciones del caso Malaya. Un importante caso que ha quedado empañado por las averiguaciones de los que valoran más la vida personal de la tonadillera que las actuaciones y verdaderas detenciones importantes de los implicados en uno de los grandes casos de especulación urbanística de nuestro país. Esto es una penosa muestra de que, en estos momentos, donde el critiqueo circula libremente por los pasillos de multitud de redacciones si no eres famoso, no eres nadie, por mucho que hayas robado.

En vez de velar por una información certera, veraz y que se centre en aspectos relevantes para la sociedad, nos ofrecen solamente aquello que pueda acarrear morbo y, por supuesto, audiencia. Entre todos deberíamos luchar por una información de calidad; abrir las ventanas a la realidad y borrar, de una vez por todas, esta trampantoja.

Rh+