Esperanza (ante la crisis)

No hay ninguna, ninguna, duda de que la crisis está aquí, es imparable y cambiará el planteamiento de la economía del mundo entero. Los altos cargos políticos, que ya reconocen abiertamente las dificultades por las que pasará el país, no saben bien cómo agarrar el toro por los cuernos, pero no son los únicos que están perdidos, miles de personas, que ven peligrar su puesto de trabajo escuchan temerosos la sucesión de acontecimientos que están sucediendo.

Hay mucho que perder, pero también mucho por lo que luchar. En España, que no sólo se caracteriza por su sol, existe un tejido empresarial que debe (y que espero esté dispuesto) luchar para que este periodo no los arrastre al olvido. A ese grupo de luchadores es a los que deseo rendir homenaje en estas líneas.

Cientos de personas buscan como seguir adelante. Al fin y al cabo, el tiempo sólo avanza hacia el futuro, así que han decidido adoptar la realidad y enfrentarse a ella. Existen muy diversas maneras, y todas ellas válidas y valientes, de intentar hacer frente a la crisis de modo personal. Seguir apostando por la formación y la preparación, no cejar en la búsqueda de un empleo, no perder la confianza en el mercado laboral ni en la economía, que al fin y al cabo, mal que nos pese, debe seguir su curso natural.

No solo los ciudadanos deben sobreponerse a los malos augurios y luchar. También los comercios deben ponerse las pilas y avanzar. No cerrar puertas a oportunidades traducidas en ofertas de empleo, nuevas expansiones, o ampliar su mercado de clientes y proveedores. La producción, ya sea de bienes o servicios debe continuar, puesto que la vida sigue adelante. Es cierto que los españoles nos vamos a apretar el cinturón, pero no significa que dejemos de necesitar las cosas que llenan nuestra vida. Sobre todo, sectores como los bancos, deben reflexionar sobre ello y dejar de apretar las tuercas al sistema financiero y permitir que se vuelva a reactivar la economía.

También los políticos, aunque estén un poco perdidos, deben sobreponerse. Y la mejor manera para empezar a buscar soluciones es escuchar las demandas de los ciudadanos y empresarios ¿Quién mejor que ellos pueden trasladar la situación real por la que atraviesa el país? Después ya se podrá delimitar las actuaciones pertinentes. Pero todo esto debe hacerse sin dormirse en los laureles, puesto que dicha tardanza en actuar conlleva la pérdida de confianza e ilusión por parte de los dos sectores antes citados, la población y los comerciantes.

Este círculo “vicioso” se debe romper gracias a la actuación de sus tres componentes. Sólo se necesita un esfuerzo conjunto (y paciencia) para conseguir pasar esta oscura temporada y poder salir de este bache con un modelo económico reforzado y una nueva concepción de mercado.

M_n_ dixit